Por Héctor Estrada

Si bien se había presupuestado el triunfo contundente de Eduardo Ramírez el pasado 2 de junio, los resultados de los cómputos distritales fueron mucho más allá de las expectativas. El ahora gobernador electo no sólo se impuso por los votos esperados, sino que además alcanzó la mayor votación obtenida por un candidato al gobierno de Chiapas en la historia de estos ejercicios democráticos.

Lo ocurrido el primer domingo de junio fue más allá de un simple triunfo electoral. Y es que, la victoria de Ramírez Aguilar, con un millón 866 mil 190 votos, tiene lecturas más interesantes. El récord de votación estatal lo habría logrado en 2012 Manuel Velasco Coello con un millón 343 mil 979 votos, seguido de Rutilio Escandón con 987 mil 644 votos y Juan Sabines Guerrero 544 mil 515 votos.

Es decir, el nuevo gobernador electo de Chiapas llegará a su toma de protesta con más de 800 mil votos por encima su antecesor y con poco más 500 mil arriba del candidato a gobernador más votado en la historia de Chiapas. Y, aunque todo podría quedar en ese referente histórico, no es precisamente ahí donde se encuentra el dato más interesante del asunto.

Aunque algunos podrían atribuir el arrasador triunfo de Eduardo Ramírez al efecto de la candidatura presidencial morenista, lo cierto es que en este caso los datos le siguen favoreciendo al comiteco, quien obtuvo, incluso, 100 mil votos más que la candidata presidencial en Chiapas, que logró 1 millón 768 mil votos. Se trata pues de un dato relevador, que no sólo expone una mayor afinidad electoral por la candidatura estatal de Morena, sino además la evidente posibilidad de un efecto a la inversa en favor de Claudia Sheinbaum.

Con los datos expuestos resulta claro que Ramírez Aguilar preparó bien su camino rumbo a los pasados comicios para convertirse en indiscutible gobernador de Chiapas, además de uno de los dos candidatos con mayor porcentaje de votación a favor de Morena y la candidatura de Sheinbaum, consiguiendo para la denominada 4T casi ocho de cada 10 votos emitidos en Chiapas el pasado 2 de junio.

Hoy, con una abrumadora confianza ciudadana depositada a su favor, el reto de Eduardo es mayúsculo. De frente tiene a una entidad llena de complejidades que exige a gritos gobernabilidad, paz y reconciliación; sobre todo en las regiones donde la violencia ha calado duro y la indiferencia de las actuales autoridades han dejado solas a miles de familias.

Eduardo está listo y determinado para enfrentar la situación. Así lo dijo sin temores al visitar municipios como Frontera Comalapa y Chicomuselo durante sus recorridos previos a la elección. Y es que, finalmente, más allá de las filias y fobias políticas, la inminente llegada de Ramírez Aguilar al gobierno de Chiapas es hoy una esperanza de cambio a la situación que ha enfrentado la entidad durante los últimos años.

Las y los chiapanecos confían en él, así lo demostraron en las urnas. Por eso, llegará el próximo mes de diciembre a la gubernatura chiapaneca con el mayor respaldo electoral que nadie haya tenido antes. Tendrá a su disposición un congreso local con mayoría morenista y una inmejorable relación con la presidencia de la república que bien podrían ser las llaves necesarias para hacer realidad esa nueva era prometida para Chiapas… así las cosas.