Por Héctor Estrada

La operación política y mediática para promover la candidatura de Manuel Velasco Coello a la presidencia de la república por el Partido Verde Ecologista de México no sólo ha dejado nuevamente de manifiesto el cinismo con el que se conduce el ex gobernador chiapaneco y su círculo cercano, sino también las obvias intenciones de la desgastada “cúpula verde” para utilizar otra vez a Velasco como elemento de negociación para conseguir otros espacios electorales verdaderamente viables.

Desde luego que Velasco Coello tiene todo el derecho de promoverse como precandidato del Partido Verde a la contienda interna, pero de eso a que tenga posibilidades reales de quedarse con la candidatura en alianza con Morena es otro asunto. Velasco y quienes hoy impulsan el tema saben perfectamente que el asunto se trata solamente de un “circo de presión política” para conseguir candidaturas en otros sitios que sí podrían estar a su alcance.

El Partido Verde ha sufrido un severo desgaste durante los últimos años en entidades como Chiapas donde mantenía uno de sus principales bastiones electorales y financieros. El embate del propio Morena para arrebatarle, por la buena o por la mala, el control de gobiernos municipales importantes ha terminado por mermar su capacidad de operación y financiamiento rumbo a los comicios que vienen el próximo año.

Velasco sabe perfectamente que no tiene nada que hacer frente a personajes ya bastante adelantados en la carrera presidencial (dentro de la alianza morenista) como Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López. Es más, la sola posibilidad de someterlo a una contienda interna contra ellos parece un mal chiste. Es claro que al ex gobernador chiapaneco no le importa hacer el ridículo o exponerse nuevamente al escarnio público con tal de buscar nuevos espacios para él y sus aliados. Finalmente, nunca se ha caracterizado por privilegiar el decoro, la prudencia o los escrúpulos.

El valor que Manuel Velasco posee para Obrador y Morena tiene que ver con su utilidad como negociador de acuerdos oscuros con la oposición, nada más. Es consciente que su capital político es cada vez menor y, por eso, todo tipo de medidas desesperadas para generar algún tipo de presión o valor político no resultan tan descabelladas. Finalmente, su pacto de impunidad sexenal con López Obrador está pereciendo y necesita urgentemente de nuevos espacios para negociar con el verdadero candidato o candidata presidencial de Morena.

El ex gobernador tiene cuentas pendientes con Chiapas que todavía no se olvidan. El saqueo descarado cometido contra las y los chiapanecos está vigente en la memoria, y es un lastre con el que no podrá dejar de lidiar tan fácilmente. Además de que las traiciones ventiladas contra el presidente durante los últimos años lo persiguen ya entre la cúpula morenista como un elemento de poca confianza.

Así que no se deje sorprender tan fácil. El show político y mediático de la precandidatura verde para Velasco seguramente seguirá promoviéndose con empeño durante las siguientes semanas y, en una de esas, sino le ponen un alto desde Palacio Nacional, hasta podría colarse a las encuestas finales. Pero de eso, a una posibilidad real de ser candidato presidencial está muy lejos. Ni siquiera en solitario por el Partido Verde, por los costos que significaría una ruptura con Morena para él y quienes se benefician tras bambalinas… así las cosas.