Ciudad de México
“Si de algo me arrepiento, es de no haber seguido mi intuición como mujer”, relató Tatiana a Gustavo Adolfo Infante, a propósito del infierno que vivió junto a su exesposo Andrés Puentes, el hombre con el que se casó en 1990 cuando ella tenía 20 años.
Llegó a las lágrimas porque, hasta la fecha, es una situación de abuso físico y emocional difícil de superar. La terapia ha sido esencial en su vida. Uno puede verla en shows sonriendo, en sus discos bastante positiva y ligera, pero carga con daños colaterales muy profundos.
Puentes, cuyo nombre ni siquiera menciona la regiomontana, la golpeó física y emocionalmente, abusó de ella sexualmente, la humilló e, incluso, dejó saber que la rebajó a situaciones de perversión que sigue sin poder superar y contar públicamente, por respeto a sus hijos y sus familiares.
“Me engañaba con todo el mundo, con mis bailarinas, algunas de ellas menores de edad. Su ídolo era Sergio Andrade y lo dijo muchas veces, y sí lo conocía”, compartió durante el programa El minuto que cambió mi destino, transmitido todos los sábados por Imagen Televisión.
De tal palo tal astilla, cabe recordar que Andrade fue detenido en el 2000, en Río de Janeiro, por corrupción de menores. Tatiana dijo que los golpes los llegó a cubrir con árnica y maquillaje. “Pregúntale a las maquillistas. Pero las marcas emocionales no se quitan”, señaló.
Durante esta tormentosa relación nacieron Cassandra y Andrik Puentes, pero ni siquiera eso fue suficiente para detener la violencia. Puentes controlaba sus finanzas, la alejó de su madre y ni siquiera le dejaba salir a comprar lo que requería, como toallas femeninas, mencionó.
“La violencia llegó a mi hija Cassandra, la encerraba en su clóset, y hasta al bebé a sus siete días de nacido. Se ponía violento porque, según, me metía sus dos hijos (de su anterior matromonio). Me tiró una bolsa en la cesárea y me la volvió a abrir, le dijo ‘puta’ a mi mamá”, reveló.
Puentes le quitó a Tatiana cinco casas, un barco y un penthouse en Puerto Vallarta. Fue hasta 2001 que decidió escapar de casa. De acuerdo con lo que narró, fue una misión casi tipo espionaje. Tomó dinero suyo, que él tenía guardado, para comprar unos vuelos y se saltó de la barda de su casa junto con sus dos hijos, escondiéndose de los guardias que la mantenían cautiva en su hogar.
A Tatiana se le cerraron puertas. Le negaron la oportunidad hasta que la llamaron de nuevo. Desafortunadamente, sigue luchando legalmente contra esta persona y algunos de los primeros abogados que la defendieron de él. “Porque les debo dinero. Me ven así, feliz, pero es mi caparazón”, dijo.
Han pasado 20 años desde su fuga y hasta ahora, luego de terapias, La Reina de los Niños pudo compartir el infierno que vivió en la intimidad de un hogar y entorno familiar que jamás existieron.
Tatiana creció con su madre (Diana Perla Chapa) como mánager, quien también sufrió acoso de parte de un programador radiofónico, ya fallecido, cuyo nombre no quiso compartir al aire. Además de abrir su vida personal, recordó su etapa como compañera de Lucerito y Yuri, quienes eran buenas compañeras y amigas en los inicios de su carrera.
“Yo era la mascotita de todas las que me contrataban: Lola Beltrán, Amanda Miguel y Diego Verdaguer, Lupita D’ Alessio, José José y hasta me tocó que Mauricio Garcés me presentara como locutor en un palenque”, recordó.
Y pese a vivir en un ambiente muy tóxico, entre ellos el mundo de los palenques, donde se mueve droga y armas, según recuerda, jamás ha probado nada de drogas, afirmó minutos antes de despedir la entrevista.
Actualmente la cantante continúa haciendo shows infantiles, aunque ha comenzado a retomar su faceta de cantante pop, a sus 52 años.