Ciudad de México

El 4 de diciembre de 1969 Fred Hampton dormía en Chicago cuando el FBI, junto con la policía local, lo asesinó. ¿Su delito? Ser un líder carismático de la Pantera Negra, partido que vigilaba a la policía de no cometer brutalidad contra la comunidad afroamericana y, además, hacía labor social.

Pero el homicidio no podría haberse concretado sin un infiltrado del Buró de Investigación en el grupo, que prácticamente puso en bandeja de plata al joven de entonces 21 años.

Basándose en eso, el realizador Shaka King escribió y dirigió «Judas y el Mesías Negro», cinta biográfica de Hampton y que opta por seis premios Oscar, incluyendo Película, Fotografía, Guión y Actor de Soporte con Daniel Kaluuya («¡Huye!»), quien da vida al revolucionario.

La cinta llegará a la gran noche con cerca de 30 premios a cuestas, la mayoría recayendo en Kaluuya, como el Globo de Oro y el BAFTA, así como la Mejor Película del Año por parte de la African American Film Critics Association.

A King no le costó trabajo levantarla. Quizá, ha dicho, porque el estudio que la apoyó tiene entre sus puestos ejecutivos a Niija Kuykendall, una de las pocas personas negras en ese nivel.

La directiva había intentando anteriormente hacer una cinta sobre las Panteras Negras, pero llevaba una década sin poder hacerla, hasta que llegó esta propuesta.

«Creo que fue un personaje controvertido para la gente a la que no le importaba la comunidad negra», dijo Kaluuya en entrevista con Los Angeles Times.

Hampton se declaraba socialista en una década en la que todo lo que oliera a ello, era inmediatamente crucificado. Quizá por ello el FBI lo puso en la mira.

«Espero que sirva para humanizar y decir la verdad sobre el Partido de las Panteras Negras, su filosofía y la manera en que se dedicaron a alimentar sobre todo los niños, curar a los enfermos y educar a los chicos», señaló el histrión.

«Judas y el Mesías Negro» estrenó, siguiendo la tendencia pandémica, por dos ventanas: en cines tradicionales y por HBO MAX. En salas ha recaudado apenas 6 millones de dólares, en un tiempo en el que la gente aún desconfía de ir a sentarse a una butaca.

En la vida real, el infiltrado que ayudó al FBI (Billy O’ Neal) murió en 1990 atropellado. Su muerte fue declarada como suicidio, pero su esposa dijo que fue accidental.