Por Héctor Estrada
El reto puesto por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a las autoridades locales para conseguir los derechos de vía que finalmente den viabilidad a la largamente postergada autopista San Cristóbal-Palenque, parece dar indicios del verdadero estado que guarda actualmente un megaproyecto que se ha convertido en el mayor fracaso para al menos los últimos tres sexenios.
“Si consiguen el derecho de vía, yo apruebo el presupuesto necesario”, dijo tajante Obrador durante la inauguración de la ampliación del Aeropuerto Internacional Ángel Albino Corzo. Y es que, el presidente de la república sabe perfectamente que concretar dicha obra se convertiría en el mayor logro en materia de infraestructura carretera para Chiapas de su administración y la última década.
Desde la inauguración de las autopistas a Ocozocoautla-Las Choapas, Tuxtla-San Cristóbal y Ocozocoautla-Arriaga, el desarrollo de infraestructura carretera en la entidad se ha sumido en un letargo doloroso. Comunicar eficientemente al centro del estado con la región selva se ha convertido en el mayor de los pendientes.
Durante las últimas décadas las viejas carreteras que comunican a los municipios más importantes de la zona se han vuelto caminos cada vez más inseguros, deteriorados y secuestrados por grupos de insurgencia permanente con manipulaciones oscuras detrás. La propagación de topes, retenes y bloqueos carreteros se han vuelto pan de todos los días dentro del viejo trazo carretero.
Y es que, según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la vieja vía a Palenque es una de las carreteras más inseguras de la entidad, no sólo por la alta incidencia de asaltos carreteros, sino también por la presencia de agrupaciones paramilitares. Obrador y los gobiernos que lo antecedieron siempre han sabido que la ampliación de la vieja vía es solamente una medida paliativa de corto plazo que pronto terminaría en las mismas circunstancias.
Se trata de un proyecto bastante conocido por Andrés Manuel. Durante sus últimas dos campañas presidenciales se convirtió en una de sus mayores críticas a los gobiernos en turno y uno de sus principales compromisos. Fue el propio Andrés Manuel quien se encargó de asegurar reiteradamente que su gobierno concretaría finalmente el ambicioso proyecto que Calderón y Peña Nieto no pudieron hacer realidad.
Y no es para menos. Se trata de un megaproyecto que ha demorado por lo menos 15 años en la antesala, con innumerables estudios de factibilidad, respaldados por organismos empresariales, agrupaciones turísticas, especialistas en ingeniería civil, expertos en desarrollo económico y analistas en materia de proyección turística, que no han dejado dudas sobre la necesidad de su urgente ejecución.
Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto el proyecto tuvo una inversión inicial autorizada de 10 mil millones de pesos para un proceso de construcción que arrancaría en 2014 y concluiría antes de finalizar el 2018. Sin embargo, las cosas no salieron conforme lo planeado. Para 2017, el fracaso de las negociaciones con las comunidades indígenas terminó convirtiendo el proyecto en una simple remodelación de la vieja carretera, con un presupuesto de apenas 250 millones de pesos que sólo fue un derroche de recursos.
Hoy, bajo el nombre de “Carretera de las Culturas”, el proyecto parece enfrentarse a los mismos problemas que imposibilitaron su concreción durante los sexenios anteriores. La negativa de pequeñas comunidades, asesoradas y manipuladas por organizaciones externas, para negociar y permitir el derecho de vía se ha convertido en un muro prácticamente insuperable. La zona y los proyectos de comunicación carretera han quedado secuestrados por aparentes luchas agrarias en defensa de la tierra, que tienen de fondo intereses reales mucho más complejos.
Hoy la Cuarta Transformación en Chiapas tiene en este proyecto uno de los mayores retos para demostrar sus capacidades de negociación, hacer la diferencia respecto a los gobiernos pasados y entregar a Obrador uno de sus mayores triunfos en la entidad. Y es que, de poco servirá a Chiapas integraciones a proyectos tan ambiciosos como el Tren Maya si su punto de anclaje permanece tan desconectado del resto de la entidad… así las cosas.