Por Manuel Zepeda Ramos
Las elecciones pasadas en dos entidades del país, resultan ser altamente significativas para la gran jornada comicial del próximo y ya no lejano primer domingo de junio.
Las polarizaciones de todo tipo a la que ya nos acostumbraron en los Monólogos de la Mañana obliga -me obliga-, a revisar las últimas ideas en torno a las elecciones de Coahuila e Hidalgo.
La primera afirmación, varias veces repetida en los medios públicos, giró en el ya lugar común porque se dijo muchas veces, yo incluido, que el que realmente perdió, fue Morena.
En el sentido estricto, así fue. La aplanadora del 2018 obligaba fácilmente a pensar que la inercia de ese triunfo habría de continuar su marcha. No fue así. Morena no ganó y la derrota fue, por decir lo menos, de amplios resultados y consecuencias.
En los juicios emitidos, se nos olvidaron algunas consideraciones.
Las elecciones fueron en dos entidades federativas históricamente priistas, lo que quiere decir que ese partido conserva -lo acaba de demostrar-, su estructura electoral aceitada y en funciones, la misma que Morena utilizó en el 2018, que sumó sufragios para la toma del poder ejecutivo y para la mayoría en el Congreso de la Unión.
Las elecciones intermedias -así podría considerarse la elección que nos ocupa-, históricamente han sido derrotas de quien ostenta el poder ejecutivo: una especie evaluatoria popular del trabajo después del triunfo.
Aflora, indiscutiblemente, la poca o nula actividad electoral del partido en el poder y de sus superdelegados y sus ciervos de la nación que para eso los inventaron y cobran no precisamente mal. El dicho denunciante del líder campesino de la CNPA, viral en las redes sociales, descubre que el partido hoy en el poder no ha refaccionado los apoyos necesarios como lo ha mañaneramente comprometido. Los electores del campo regresaron a su casa tradicional, en busca de mejores derroteros. Hay, pues, desorganización en el partido que hoy detenta el poder y que es significativamente fuerte.
Hubo un bajo porcentaje en la votación. En la tierra del varón de Cuatro Ciénagas sufragó solo el 40% del padrón coahuilense. En la de los Lugos y Coronas y Murillo y Osorio, fue nada más el 50% de los electores registrados en el padrón de Hidalgo, con la correspondiente fotografía necesaria. Cuando eso sucede, ampliamente demostrado, las elecciones son para quien tiene una real estructura electoral, de muchos años, vivita y coleando, lo que habla bien del partido que perdió su hegemonía electoral presidencial en el principio del siglo XXI. El PRI tiene sus aparatos en buen estado.
Se habló del gran derrotado en esta elección: el PAN. Tampoco es cierto. En Coahuila intensamente y en Hidalgo tímidamente, el PAN es artículo desaparecido, de siempre. Si hubieran sido las elecciones en Tamaulipas, el ganador por amplio margen hubiera sido el PAN, sin duda. No obstante que su actual líder no despierta ningún sentimiento solidario por el cual ya debieran de cambiarlo. El partido de Gómez Morín será un fuerte contendiente en el junio venidero, si hay pilas puestas por supuesto.
En Hidalgo, ya cercano el día de la elección Sosa Castelán, el hombre fuerte de Morena -eso se ha dicho-, es aprehendido por delitos federales que le auguran un buen periodo vacacional, suficiente motivo del voto inhibido, ya que el gran elector del partido en el poder en ese estado fue precisamente quien encabeza al clan conocido como la “Sosa Nostra”, de donde surgieron muchos candidatos.
Creí importante hacer estas acotaciones.
No miento al decir que en esas elecciones faltó organización, mucha, al partido perdedor que no supo mover sus piezas y sus dineros que pudieran acaso haber pasado a otras tareas que no fueran las estrictamente pensadas. Diría más: les urge tener ya funcionando una nueva dirigencia que se ocupe de la organización electoral y de quien habrá de representarlos en los próximos comicios.
No son tiempos de tómbola.
Mientras se organizan, el primer domingo de junio vote usted por el partido que usted quiera, menos por Morena y sus aliados. La nación necesita recuperar los contrapesos necesarios en la cámara de diputados, en una democracia que debería de ser plural y gobernada para todos los mexicanos, como se juró hacerlo el día de la protesta constitucional.
Además, no salga a la calle. Hay repunte de la infección aunque en los Monólogos de la Mañana se diga lo contrario.
Para que buscarle tres pies al gato.
Pronto volveremos a platicar.